Es beneficioso para la economía, además de que es político y socialmente correcto, que la reforma fiscal integral reduzca la carga fiscal de la clase media y de los trabajadores, y se reparta entre los de arriba, porque como editorializó el periódico El País de España el pasado 22 de mayo, tenemos “un importante problema de desigualdad, ya que el 1% (de la población) controla el 42% de la riqueza”.
Sabemos las razones por las que se necesita la reforma fiscal. Primero, la presión fiscal (la proporción de ingresos sobre el PIB) es endémicamente inferior a la media de la región, causando un déficit fiscal estructural, por ejemplo, en 2023 los gastos excedieron los ingresos en RD$199,018.7 millones, un 2.9% del PIB. Una cifra parecida debe aportar la reforma fiscal integral para cerrar la brecha entre gastos e ingresos y crear colchones fiscales para desinflar la deuda pública a menos de 40% del PIB en el mediano plazo, las estadísticas reportan que por crecimiento medio anual de 6.5% del PIB real, periodo 2021-2023, se redujo en 12 puntos porcentuales, de 57% en 2020 a 45% del PIB en 2023.
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Y segundo, existe amplio consenso de que ahora se dan las condiciones básicas para pactar la reforma, a lo que yo agrego, no cualquier reforma fiscal, debe diseñarse persiguiendo los siguientes objetivos.
Uno, reducir la complejidad del actual sistema tributario para aumentar el ahorro y la inversión privada; dos, recortar tasas impositivas y ampliar base del impuesto sobre la renta a empresas, persona física; dos, del ITBIS, procurando que la mayor recaudación reduzca la evasión; tres, como filosofía en la lucha contra la desigualdad, incorporar la progresividad en el pago de impuesto sobre la renta para los que perciben mayores ingresos paguen más.
Cuatro, debe ser equitativa, traducido al español implica garantizar que el salario real gane o por lo menos no pierda poder adquisitivo después de impuesto sobre la renta. El salario mínimo no tiene problema, está exento del pago de impuesto, una de las razones por la que ganó poder adquisitivo cuando el gobierno lo aumentó dos veces, acumulado 43.2% (24.2% el 14 de julio 2021, 15% en abril de 2023 y 4% en febrero del 2024), superando en 26.8 puntos básicos la inflación acumulada de 16.4% desde julio 2021 a febrero 2024.
No tuvo igual suerte el ingreso del trabajo por hora a la semana, en buena medida por pago del impuesto sobre la renta. De acuerdo con la Encuesta Trimestral del Banco Central, el ingreso nominal acumulado aumentó 16.3%, entre trimestres abril 2019-junio 2019 y octubre 2023- diciembre 2023, descontando la inflación acumulada de 30.8%, el ingreso por hora a la semana perdió 14.5 puntos porcentuales de poder adquisitivo, pérdida acumulada que aumenta cuando los cálculos se hacen después de pagar impuesto sobre la renta.
Aunque el resultado acumulado cambia de pérdida a ganancia real de 1.6%, cuando el aumento de ingreso de 33.2% entre julio-septiembre 2021 y octubre-diciembre 2023 se compara con la inflación de 31.6% de abril 2019 a abril 2024, regresa a pérdida luego del pago de impuesto sobre la renta. Para evitar distorsiones, debe eliminarse el aumento por inflación de la base del impuesto sobre la renta aplicando indexación automática, sugiero tomar como base la variación anual del deflactor implícito del PIB que mide el cambio de los precios de la economía.
Arturo Martínez Moya
Arturo Martínez Moya