Suponga que usted tiene una finca sembrada de arroz. El año pasado su producción fue de 150,000 quintales de arroz en una extensión de 10,000 tareas. En cambio, durante este año su producción será de 180,000 quintales, por lo que tendrá un aumento de un 20% en su producción.
Sin embargo, para producir esos 180,000 quintales usted utilizó 14,000 tareas, es decir, requirió un 40% más de terreno, con las implicaciones que eso conlleva, toda vez que necesitó más jornaleros para preparar el terreno, sembrarlo y luego cosecharlo y recogerlo.
En resumidas cuentas, su producción del año pasado implicó un rendimiento de 15 quintales por tarea (150,000 dividido entre 10,000). En tanto que este año, el rendimiento o productividad de su finca fue de solo 12.8 quintales por tarea (180,000 dividido entre 14,000).
Lo anterior indica que este año su finca registrará una producción que supera en un 20% la cantidad producida en 2023, pero con la desventaja de que el rendimiento se redujo en un -8.5%. Es algo así como producir más en cantidad, pero con costo mucho más elevado, lo cual se convierte en un crecimiento con baja competitividad o con bajo rendimiento.
En realidad, algo parecido a eso es lo que ha estado ocurriendo con República Dominicana en las últimas tres décadas. Registra un crecimiento promedio sostenido de 5% anual, pero su competitividad apenas es poquito más de 0.6%.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) describe esa situación con una comparación práctica frente aun país con niveles competitivos elevados, como Estados Unidos. Dice el BID que (con los mismos recursos), es decir, utilizando la misma materia prima, los mismos terrenos, maquinarias, personal y cualquier otro insumo, República Dominicana produce apenas un 60% de lo que puede producir Estados Unidos.
Entonces, ¿de qué vale predicar a los cuatro vientos que somos la economía más pujante de la región, con un crecimiento que duplica el promedio de América Latina, si en realidad ese crecimiento nos está saliendo por un elevadísimo costo y no está ofreciendo los resultados deseados en materia de competitividad y desarrollo?
Precisamente, esa es la parte donde tanto el Gobierno como los actores económicos del sector privado deben poner su atención, a los fines de evitar caer en lo que se conoce como “la trampa de los ingresos medios”. Esto es, que luego de décadas con crecimiento económico favorable, los países en esas condiciones, caen en un agotamiento, sin haber logrado alcanzar el desarrollo deseado.
Eso le ocurrió a países de América Latina como México, Brasil y hasta Chile, entre otros que, si bien no cayeron en estado fallido, tampoco pudieron desarrollarse y se quedaron estancados en el tiempo. Así lo expresó el economista Raúl Féliz durante el Foro Económico elDinero 2024, cuando invitaba a los empresarios y dirigentes políticos a reflexionar sobre la mirada que hay que dar hacia el futuro, tomando en cuenta las condiciones que durante el pasado reciente y el presente exhibe República Dominicana.
Féliz no se queda en el pesimismo de presentar los ejemplos de países que como República Dominicana crecieron mucho y durante muchos años, mientras luego se quedaron estancados en la trampa de los ingresos medios. También ofreció ejemplos de casos distintos, como los asiáticos Singapur, Corea del Sur, Taiwán y hasta China, entre otros, que combinaron sus años de crecimiento con base en inversión con los elementos de innovación y adaptación a las nuevas transformaciones mundiales y así alcanzar la competitividad y el rendimiento deseados que los dirija hacia el desarrollo.
Para eso, no solo se requiere seguir creciendo, sino, cambiar la forma de crecer, de forma que se ponga la mirada en la capacitación, innovación y, sobre todo, variación del destino de los incentivos y exenciones fiscales hacia las áreas productivas nuevas e innovadoras y no dejarlos en sectores tradicionales que parecen estar agotados en cuanto a productividad se refiere.
Se trata de una situación que no se ve, pero se siente y se sentirá mucho más en la medida en que pase el tiempo. Los Estados no pueden observar el comportamiento de la economía con una visión cortoplacista. Eso se hace mirando hacia el largo plazo, pero actuando en el presente y de manera sostenida. Si no, seguiremos creciendo mucho y rindiendo poco, como en los últimos 30 años.
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Esteban Delgado
Esteban Delgado
Periodista especializado en economía y finanzas. Catedrático universitario de redacción, investigación de la comunicación y periodismo digital.